lunes, 2 de febrero de 2009

Vázquez Montalbán Historia y comunicación social. Sondeos de opinión

El mismo libro sobre los sondeos de opinión incluye una cita de John D. Bernal que no tiene desperdicio:

"Podían obtenerse resultados manipuladores todavía más fácilmente si en lugar de basar todos los cálculos en el mundo material, se hacía sobre la base de un mundo ideal donde todo es opinable y donde un matiz inconsciente puede determinar la respuesta a pesar de todos los refinamientos del cálculo. Este es el caso de los sondeos de opinión, cuyo uso se difundió en América durante los años treinta. Los sondeos tienen el doble efecto de que las respuestas dependen del cariz dado a las preguntas y de que a lo sumo dan información sobre lo que la gente cree que debe decir y no sobre lo que piensa realmente. Para las finalidades a que van destinadas esto no es un defecto. Generalmente los sondeos se utilizan para obtener el resultado ordenado por sus patrocinadores. Y si no dan el resultado apetecido, siempre cabe el recurso de alterar o suprimir algunas respuestas. Aplicados a la política, los sondeos de opinión son un peligro para la democracia. Una elección es un acto del pueblo: expresa su voluintad y determina su acción. Pero el sondeo no implica poder popular... Los sondeos se limitan a lo sumo a indicar a quienes manipulan a la opinión, que deben cambiar de tono. El pueblo deja de ser el que decide y se convierte en un rebaño dirigido por los engaños y reclamos de la publicidad."

El parentesco entre el sondeo de opinión político y el marketing, como piedra filosofal de una ciencia de la producción capitalista, confirma una misma intencionalidad de instrumentalización social. El desarrollo de una investigación social interesada en acaparar datos, información, sobre los criterios de las masas, no trataba de obtener los reales criterios para compensarlos, sino para canalizarlos en provecho de la organización del poder. Las evidencias conseguidas por el marketing al servicio de una industria publicitaria no impelían a satisfacer las necesidades fundamentales en toda su amplitud y complejidad, sino a buscar las posibilidades de recibir el estímulo de nuevas necesidades artificiales o de imponer en el mercado de las necesidades fundamentales la ley del oferente más fuerte. No se trata de orientar el mercado, sino de aprevecharse de su desorientación. "Cuando la producción empieza a exceder a la demanda, es cuando se impone la necesidad acuciante de la publicidad, para agotar stocks y la superproducción."

No hay comentarios: