lunes, 3 de octubre de 2011

Poesía lírica

Hay poemas de todos los tiempos que alcanzan las más altas cimas de lirismo.
Estos son algunos:

Σαπφώ (Safo de Lesbos) (s. VII aC-VI aC)

Φαίνεταί μοι κῆνος ἴσος θέοισιν
ἔμμεν’ ὤνηρ, ὄττις ἐνάντιός τοι

ἰσδάνει καὶ πλάσιον ἆδυ φωνεί-

σας ὐπακούει


καὶ γελαίσας ἰμέροεν, τό μ’ ἦ μὰν

καρδίαν ἐν στήθεσιν ἐπτόαισεν·

ὠς γὰρ ἔς σ’ ἴδω βρόχε’, ὤς με φώναι-

σ’ οὐδ’ ἒν ἔτ’ εἴκει,


ἀλλ’ ἄκαν μὲν γλῶσσα ἔαγε, λέπτον

δ’ αὔτικα χρῶι πῦρ ὐπαδεδρόμηκεν,

ὀππάτεσσι δ’ οὐδ’ ἒν ὄρημμ’, ἐπιρρόμ-

βεισι δ’ ἄκουαι,


κὰδ’ δέ μ’ ἴδρως ψῦχρος ἔχει, τρόμος δὲ

παῖσαν ἄγρει, χλωροτέρα δὲ ποίας

ἔμμι, τεθνάκην δ’ ὀλίγω ‘πιδεύης

φαίνομαι

Traducción y versificación de Francisco José Triviño

Me parece igual a los dioses aquel varón
que te escucha mientras, sentados cara
a cara, de cerca le hablas endulzada
y le sonríes con amor.

Por eso me falla el corazón dentro del pecho,
y es que, apenas te miro, me quedo sin voz,
mi lengua habla silencio, bajo mi piel
corre un suave fuego,

mis ojos nada ven, me zumban los oídos,
sudo en frío, soy toda temblor al fin,
y a mí misma, cual yerba que palidece,
me veo a punto de morir.

Gaius Valerius Catullus (Gayo Valerio Catulo) (s. I aC)

Carmina 51 (las tres primeras estrofas son una paráfrasis del poema de Safo)

Ille mi par esse deo uidetur,
ille, si fas est, superare diuos,
qui sedens aduersus identidem
te spectat et audit

dulce ridentem, misero quod omnis
eripit sensus mihi; nam simul te,
Lesbia, aspexi, nihil est super mi
uocis in ore

lingua sed torpet, tenuis sub artus
flamma demanat, sonitu suopte
tintinant aures, gemina teguntur
lumina nocte.

Otium, Catulle, tibi molestum est;
otio exultas nimiumque gestis;
otium et reges prius et beatas
perdidit urbes.


Traducción propia


Me parece que es igual a un dios,
si no es impiedad, que supera a los dioses,
aquel que, sentado frente a ti, sin cesar
te contempla y te oye

sonreir con dulzura, lo que a mí, desgraciado,
me arrebata todos los sentidos; pues apenas,
Lesbia, te he visto, se me apaga
la voz en la boca,

se me entorpece la lengua, por mis miembros
corre una sutil llama, con su sonido interior
zumban mis oídos, una doble noche
cubre mis ojos.

El ocio, Catulo, te es funesto;
con el ocio te exaltas y en demasía te excitas;
el ocio, ya antes, a reyes y felices
ciudades destruyó.


Francisco de Quevedo (s. XVI-XVII)

Amor impreso en el alma, que dura después de las cenizas

Si hija de mi Amor mi Muerte fuese,
¡Qué parto tan dichoso que sería
El de mi Amor contra la vida mía!
¡Qué gloria, que el morir de amar naciese!

Llevara yo en el alma adonde fuese
El fuego en que me abraso, y guardaría
Su llama fiel con la ceniza fría
En el mismo sepulcro en que durmiese.

De esotra parte de la muerte dura
Vivirán en mi sombra mis cuidados,
Y más allá del Lete mi memoria.

Triunfará del olvido tu hermosura;
Mi pura fe y ardiente, de los hados;
Y el no ser, por amar, será mi gloria.


Felix Lope de Vega y Carpio (s.XVI-XVII)

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.


Gustavo Adolfo Bécquer (s. XIX)

Rima LXVI

¿De dónde vengo?... El más horrible y áspero
de los senderos busca;
las huellas de unos pies ensangrentados
sobre la roca dura;
los despojos de un alma hecha jirones
en las zarzas agudas,
te dirán el camino
que conduce a mi cuna.

¿Adónde voy? El más sombrío y triste
de los páramos cruza,
valle de eternas nieves y de eternas
melancólicas brumas;
en donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.

Luis Cernuda (s. XX)

Te quiero

Te lo he dicho con el viento,
jugueteando como animalillo en la arena
o iracundo como órgano impetuoso;

Te lo he dicho con el sol,
que dora desnudos cuerpos juveniles
y sonríe en todas las cosas inocentes;

Te lo he dicho con las nubes,
frentes melancólicas que sostienen el cielo,
tristezas fugitivas;

Te lo he dicho con las plantas,
leves criaturas transparentes
que se cubren de rubor repentino;

Te lo he dicho con el agua,
vida luminosa que vela un fondo de sombra;
te lo he dicho con el miedo,
te lo he dicho con la alegría,
con el hastío, con las terribles palabras.

Pero así no me basta:
más allá de la vida,
quiero decírtelo con la muerte;
más allá del amor,
quiero decírtelo con el olvido.