
Mahatma Gandhi
“No se puede amar tanto, no se debe amar tanto a nadie, ni siquiera a los propios hijos. Todo amor supone un egoísmo desenfrenado. […] No se puede amar con segundas intenciones. No se puede amar con tanto crispamiento y delirio” (Marika)
“Rencor, vanidad. Es lo que suele haber en el fondo de todas las miserias y las desgracias humanas. Y soberbia. Y miedo, porque la vanidad no les permite atreverse a aceptar el regalo del amor. Hace falta mucho valor para dejarse amar sin reservas. Un valor que es casi heroísmo. La mayoría de la gente no puede dar ni recibir amor porque es cobarde y orgullosa, porque tiene miedo al fracaso. Le da vergüenza entregarse a otra persona y más aún rendirse a ella porque teme que descubra su secreto… el triste secreto de cada ser humano: que necesita mucha ternura, que no puede vivir sin amor. Creo que esa es la verdad” (Peter)
"¿El amor, dices? Qué bueno eres... Eres un ángel caído del cielo. No corazón, creo que ni siquiera el amor puede ayudarnos. Ni el cariño... El artista aquél me dijo un día que en el diccionario se habían confundido con esas dos palabras. Él no creía en el amor ni en el cariño, sólo creía en la pasión y en la piedad, pero decía que tampoco ayudan porque sólo duran un momento... tanto la piedad como la pasión." (Judit)
La pasión:
“No creo que haya pasiones que se pasen la vida reprimidas, ardiendo en el alma de una persona como un fuego subterráneo o el incendio de una mina… Puede que existan; pero estoy convencida de que semejantes llamas termina por apagarlas la vida misma. ¿No lo cree así?” (Marika)
“Puede que no sea un héroe, pero tampoco soy un cobarde porque tengo el valor de vivir mis propias pasiones” (Peter)
El deseo:
“Sabía que el erotismo no resuelve la tensión entre hombres y mujeres ni de modo definitivo ni a largo plazo; que los momentos de sensualidad nacen por sí mismos y de la misma manera se disuelven en la nada, la costumbre y la indiferencia. […] Y también conocía el movimiento ondulatorio que empuja continuamente al ser humano entre la satisfacción y el deseo, entre la sed y el hastío, en una oscilación que atrae y repugna a la naturaleza humana sin darle paz ni solución. […] Entonces todavía alimentaba una esperanza en el fondo de mi corazón, esperaba que existiese un cuerpo, un único cuerpo capaz de acoplarse en perfecta armonía a otro cuerpo para aplacar la sed del deseo y el hastío de la satisfacción en una especie de manso reposo, en ese sueño que los hombres suelen llamar felicidad. En la vida real no existe, pero yo entonces no lo sabía.” (Peter)
Los celos:
“Los celos no son más que una forma innoble y miserable de orgullo. Sí, también conozco ese sentimiento… lo conozco bien. Casi me mata. Pero ya no soy celoso, ¿comprendes? ¿Me crees? Mírame a la cara. No, viejo amigo, ya no soy celoso porque he conseguido superar el orgullo, aunque a costa de un esfuerzo enorme.” (Peter)
La soledad:
“El que madura se siente siempre solo. Un hombre que padece soledad puede reaccionar de varios modos: puede sentirse herido, lleno de resentimiento, y entonces fracasa definitivamente, y puede resignarse y hacer las paces con el mundo. Puesto que la soledad me oprimía incluso en el seno del matrimonio y la vida familiar, se me hacía un poco difícil firmar ese acuerdo de paz con las personas que estaban a mi alrededor.” (Peter)
“Llega un momento en que invade tu alma el deseo de soledad, cuando ya sólo quieres prepararte en silencio y con dignidad para la última gran tarea del ser humano: la muerte. Tienes que tener cuidado de no hacer trampas. Porque en caso contrario no tienes derecho a actuar. Mientras actúes por egoísmo, mientras busques la soledad sólo por comodidad, por resentimiento o por vanidad, estarás en deuda con el mundo y con todos aquellos que forman parte de tu vida. Mientras tengas deseos, tendrás obligaciones. Pero llegará un día en que tu alma se colme enteramente con el deseo de soledad y quieras expulsar de tu alma todo lo superfluo, lo falso." (Peter)
“Al principio, la soledad pesa como una condena. Hay horas en que te parece insoportable. […] Pero pasan. Porque la soledad, poco a poco te rodea con sus brazos, como lo hacen los misteriosos elementos de la vida y del tiempo, en el que todo ocurre. Y de golpe comprendes que todo ha ocurrido como estaba escrito: primero vino la curiosidad, luego el deseo, luego el trabajo y, por último, la soledad.” (Peter)
La literatura:
“[…] el arte, en su esencia más profunda y secreta, en el corazón y en el alma de cada artista, no es más que una manifestación de su instinto de juego. “¿Y la literatura? –pregunté entonces-. La literatura es algo más que arte, la literatura es una respuesta, un comportamiento ético…” Él escuchó con expresión sombría y amable, como siempre que yo sacaba el tema de su profesión, y luego contestó que sí, que eso era cierto, pero el instinto que alimenta esa actitud moral es un instinto lúdico y, por otra parte, el sentido último de la literatura –al igual que el de la religión- es la forma, y lo que es forma también es arte.” (Peter)
“Leía mucho. Pero con la lectura pasa lo mismo, ya sabes… sólo obtienes algo de los libros si eres capaz de poner algo tuyo en lo que estás leyendo. Quiero decir que sólo si te aproximas al libro con el ánimo dispuesto a herir y ser herido en el duelo de la lectura, a polemizar, a convencer y ser convencido, y luego, una vez enriquecido con lo que has aprendido, a emplearlo en construir algo en la vida o en el trabajo…" (Peter)
La guerra
"¿Días terribles, dices? Deja que lo piense... ¡Bah! Yo qué sé. Más bien era como si se hubiera descubierto algo que de otra forma no habría sido evidente, algo en lo que la gente no había pensado nunca, una idea que siempre había ahuyentado de su mente... ¿Qué? Pues que nada tenía ni fin ni sentido. Pero había algo más... Nos habíamos acostumbrado enseguida al miedo, lo sudábamos, como la fiebre en una enfermedad. Todo había cambiado... [...] Pero la gente no sólo se sentía atacada por las bombas. Todos sentían que en medio de aquella confusión de alarmas aéreas, de destacamentos que corrían de un lado a otro con el botín robado o las personas detenidas [...] estaba ocurriendo algo más... Ya no había manera de distinguir entre el campo de batalla y lo demás... porque la guerra había llegado también a nosotros mismos, a lo que quedaba de la vida civil, en las cocinas y en los dormitorios, y había estallado algo... aquello que hasta entonces había mantenido unida a la humanidad, por desidia o por pura pereza. En mi interior también estalló algo cuando vi a mi marido en aquel puente desastroso. [...] Estalló el melodrama que habíamos interpretado..." (Judit)
Traducción y versificación de Francisco José Triviño
Me parece igual a los dioses aquel varón
Por eso me falla el corazón dentro del pecho,
mis ojos nada ven, me zumban los oídos,
Gaius Valerius Catullus (Gayo Valerio Catulo) (s. I aC)
Carmina 51 (las tres primeras estrofas son una paráfrasis del poema de Safo)
Ille mi par esse deo uidetur,
dulce ridentem, misero quod omnis
lingua sed torpet, tenuis sub artus
Otium, Catulle, tibi molestum est;
Si hija de mi Amor mi Muerte fuese,
¡Qué parto tan dichoso que sería
El de mi Amor contra la vida mía!
¡Qué gloria, que el morir de amar naciese!
Llevara yo en el alma adonde fuese
El fuego en que me abraso, y guardaría
Su llama fiel con la ceniza fría
En el mismo sepulcro en que durmiese.
De esotra parte de la muerte dura
Vivirán en mi sombra mis cuidados,
Y más allá del Lete mi memoria.
Triunfará del olvido tu hermosura;
Mi pura fe y ardiente, de los hados;
Y el no ser, por amar, será mi gloria.
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
Luis Cernuda (s. XX)
¡Oh, la idiosincrasia!
El siguiente texto fue tomado de una revista Selecciones de 1949
Su autor es el vasco Sardamelio Bonceñigo y Arbsturdiayrria
Preguntósele una vez al profeta: - ¿Maestro, qué cree Ud. de los cubanos?.
Recogió el Patriarca en un puño su inmaculada túnica, frunció el ceño y con voz trémula dijo:
-Los cubanos están entre vosotros pero no os pertenecen, pues no son de vosotros. Los cubanos beben en una misma copa la alegría y la amargura. Hacen música de su llanto y ríen de su música; toman en serio los chistes y hacen de todo lo serio un chiste; creen en Dios, en Changó, en la Ouija, en la Charada y en el Horóscopo al mismo tiempo. Creen en todo y no creen en nada.
-¡No oséis discutir con ellos jamás! Los cubanos nacen con la sabiduría propia y no necesitan leer, todo lo saben. No necesitan viajar, todo lo han visto. Los cubanos son el Pueblo Elegido… por ellos mismos. Se caracterizan individualmente por su simpatía e inteligencia, y en grupos por su escandalera y apasionamiento. Cada uno de ellos lleva en si, la chispa del genio... y ya se sabe que los genios no se llevan bien entre sí; de ahí que reunir a los cubanos es muy fácil, pero unirlos es imposible.
Jamás habléis de lógica con los cubanos, pues ésta implica razonamiento y mesura, y ellos, son hiperbólicos y desmesurados. Si os invitan a comer, no es "al mejor restaurante del pueblo", sino "al mejor restaurante del mundo". Cuando discuten, jamás dicen: "No estoy de acuerdo con Ud.", sino "Está Ud. completamente equivocado".
Poseen marcadas tendencias antropofágicas, pues decir: "Se la comió", es signo de admiración. "Comerse un cable o comer soga", es señal de situación crítica y llamar a cualquier persona "Comemierda", es su más usual y lacerante insulto. Los cubanos son tan amantes de las contradicciones que llaman "monstruos" a las mujeres hermosas y "bárbaros" a los eruditos.
Son capaces de ofrecer soluciones antes de conocer los problemas, por eso acuñan la frase de: "No hay problema (aunque se estén muriendo de hambre). Cuando visité su Isla me admiró el hecho de que cualquier cubano sabía como encauzar económicamente América Latina, como eliminar el hambre de los pueblos africanos, como liquidar el comunismo y como enseñar a los rusos y a los americanos a ser potencia mundial. Cuando quise predicar mis ideas, comenzaron por indicarme, pletóricos de bondad, como debía comportarme para ser un buen predicador y de que forma debía expresar mis ideas para hacerme más asequible…
Después se quejan, se asombran, se molestan y se insultan porque nadie (excepto ellos mismos) comprenden cuan simples y evidentes son sus fórmulas… así viven en cualquier parte del planeta, sin acertar a entender por qué la gente no habla ni entiende su puñetero español.
Versión libre del mito conocido como "El juicio de Paris" o "La manzana de la Discordia", por Mamen Aznar
Dice una antigua leyenda que con ocasión de los esponsales entre la hija de Nereo, la hermosa Tetis de pies argénteos, y el gran héroe Peleo, los inmortales dioses, siempre predispuestos a una buena fiesta -es lo que tiene ser un dios, que uno se aburre olímpicamente y cualquier excusa es buena para organizar nuevas diversiones, a saber: rapto, adulterio, guerra entre humanos, castigo ejemplar, etc.,- decidieron montar una por todo lo alto, con buena comida -nada mejor en estos casos que el néctar y la ambrosía-, música, baile, discursitos y demás entretenimientos propios de la ocasión.
Allí se encontraban todos los Olímpicos, acompañados cada uno de ellos por sus preferidos: Zeus junto a Ganímedes; Apolo con sus Musas; Dionisos y Ariadna con su séquito de sátiros y ninfas; Ares con Afrodita aprovechando que Hefesto estaba distraído; Atenea, Ártemis, etc. Sin embargo, no sabemos si por descuido o con intención de evitar altercados, no fue invitada al evento la antipática Eris, pero no siempre es posible evitar lo inevitable, aunque se trate, como aquí, de dioses todopoderosos y, además, si no aparece por allí la susodicha, Homero hubiera pasado a engrosar la lista de poetas en paro, porque sin guerra de Troya que cantar, ya me dirás qué tipo de hexámetros podía componer…
Cuenta el mito que Eris, indignada por tal falta de aprecio de sus congéneres, incluido su admirado Ares, al que siempre acompaña (¿por qué será?), esperó el momento oportuno y, cuando ya todos habían bebido suficiente néctar, del cual desconocemos su graduación alcohólica, pero la imaginamos elevada, al nivel del vodka, ginebra, güisqui y demás sucedáneos destinados al consumo humano, decidió lanzar en medio de la sala de banquetes una manzana de oro con la siguiente inscripción: “PARA LA MÁS HERMOSA”. ¡Menuda se organizó! ¡La de Troya..! Al instante, las divinas y, por qué no decirlo, vanidosas Hera, Atenea y Afrodita se abalanzaron sobre la fruta, dando por sentado las tres que iba dedicada a ellas de parte de algún apuesto admirador y, al no ponerse de acuerdo, se dirigieron a Zeus que, a la sazón, había enviado a Ganímedes a preparar más néctar y estaba persiguiendo a unas cuantas inocentes ninfas de esas que tanto le gustan. ¡No veas qué cara cuando las vio aparecer! El pobre hombre (perdón dios) se recompuso como pudo; veamos: cetro en la mano derecha, rayos en la izquierda, el águila quieta a los pies, la corona en la cabeza, Hermes controlado por si las moscas…, ola kala (o lo que es lo mismo O.K.), listos, se sienta muy digno en el trono y les pregunta qué desean. Empiezan las tres a hablar a la vez y aquello era un guirigay, por fin Zeus consiguió entender que querían convertirlo en juez de aquella contienda y que tomara él la decisión de otorgar la manzana a la que lo mereciera. ¡Sí hombre! ¡Apañados estamos! Si él se decanta por alguna, por jefe de todos que sea, le puede caer una buena encima y, la verdad, prefiere que se organice una buena guerra entre humanos (después de todo a eso se van a dedicar los hombres mientras el mundo sea mundo, con o sin su ayuda) a que le caiga encima la ira de las dos perdedoras.
Por aquel entonces, un hermoso pastor, de nombre Paris (no confundir con la Hilton), pasaba la vida en el monte Ida dedicado a los placeres del amor y otros menesteres. Decidió Zeus que este sería el candidato ideal para actuar de juez, siendo, además, hijo del gran rey Príamo de Troya. Como siempre, su fiel Hermes recibió el encargo de acompañar a las tres hermosas deidades junto al pastor y exponerle los deseos del soberano dios. Dio comienzo así el primer certamen de belleza del que la historia tiene noticia. Paris, como juez único del evento, propuso visitar en privado a cada una de las tres diosas para calibrar sus encantos y, cómo no, ellas aprovecharon la circunstancia para sobornarle. Y entre el dominio del mundo que le ofrecía Hera, la sabiduría y la victoria en la guerra de Atenea y el amor de la mujer más hermosa de la tierra, regalo de Afrodita, el bello e inocente pastor, sin pensarlo dos veces, entregó la manzana a la diosa del amor, otorgándole de esta forma el título oficial de “Primera Miss Olímpica”, quedando para las otras dos los poco honoríficos de “Damas de Honor”, y ante tamaña ofensa ambas deidades declararon odio eterno al pueblo troyano.
No tardó Paris en exigir de Afrodita el cumplimiento de su promesa y la diosa, a la que le encantan todo tipo de “culebrones”, puso enseguida manos a la obra. A la sazón, era Helena de Esparta la preferida de todos, de manera que la diosa lo organizó todo para que los jóvenes pudieran conocerse y enamorarse, como así ocurrió.
El pequeño detalle de que ella estuviera casada con Menelao, rey de Esparta y hermano del poderoso Agamenón, no tenía la más mínima importancia y que el adulterio que estaba a punto de cometerse desembocara en la guerra más cruel y temible que la humanidad había conocido hasta entonces, no era cosa de la incumbencia de Afrodita… Pero esa es otra historia.
I avui que et puc fer una cançó
recordo quan vas arribar
amb el misteri dels senzills,
els ulls inquiets, el cos altiu;
i amb la rialla dels teus dits
vares omplir els meus acords
amb cada nota del teu nom, Laura.
M’és tan difícil recordar
quants escenaris han sentit
la nostra angoixa per l’avui,
la nostra joia pel demà...
A casa enmig de tants companys,
o a un trist exili mar enllà,
mai no ha mancat el teu alè, Laura.
I si l’atzar et porta lluny,
que els déus et guardin el camí,
que t’acompanyin els ocells,
que t’acaronin els estels;
i en un racó d’aquesta veu,
mentre la pugui fer sentir,
hi haurà amagat sempre el teu so, Laura.
Y hoy que puedo escribirte una canción
recuerdo cuando llegaste
con el misterio de los sencillos,
inquietos los ojos, el cuerpo altivo.
Con la sonrisa de tus dedos
llenaste mis acordes
con cada nota de tu nombre, Laura.
Me es muy difícil recordar
cuantos escenarios han vivido
nuestra angustia por el hoy,
nuestra alegría por el mañana...
En casa, entre tantos compañeros,
o en un triste exilio allende el mar
nunca ha faltado tu aliento, Laura.
Y si el azar te lleva lejos
que los dioses guarden tu camino,
que te acompañen los pájaros,
que te acaricien las estrellas.
Y en un rincón de esta voz
mientras pueda hacerla oír
siempre estará escondido tu sonido, Laura.
© Edicions l'Empordà
Fuente Web site oficial de Lluis Llach
'Let us now crawl,' said Bernard, 'under the canopy of the currant
leaves, and tell stories. Let us inhabit the underworld. Let us
take possession of our secret territory, which is lit by pendant
currants like candelabra, shining red on one side, black on the
other. Here, Jinny, if we curl up close, we can sit under the
canopy of the currant leaves and watch the censers swing. This is
our universe. The others pass down the carriage-drive. The skirts
of Miss Hudson and Miss Curry sweep by like candle extinguishers.
Those are Susan's white socks. Those are Louis' neat sand-shoes
firmly printing the gravel. Here come warm gusts of decomposing
leaves, of rotting vegetation. We are in a swamp now; in a
malarial jungle. There is an elephant white with maggots, killed
by an arrow shot dead in its eye. The bright eyes of hopping
birds--eagles, vultures--are apparent. They take us for fallen
trees. They pick at a worm--that is a hooded cobra--and leave it
with a festering brown scar to be mauled by lions. This is our
world, lit with crescents and stars of light; and great petals half
transparent block the openings like purple windows. Everything is
strange. Things are huge and very small. The stalks of flowers
are thick as oak trees. Leaves are high as the domes of vast
cathedrals. We are giants, lying here, who can make forests
quiver.'
Perséfone retorna del Hades y vuelve a la luz, junto a Deméter, su madre, Iovi gratias.
Versión del mito de Deméter y Perséfone, por Mamen Aznar
Cuenta la antigua leyenda que, un buen día, el temible Hades, aburrido del inframundo y con deseos de echar una cana al aire, se dio un garbeo por Sicilia, vio allí a Perséfone, que estaba recogiendo flores acompañada de algunas ninfas (¿por qué será que siempre que una doncella casta y pura es raptada por alguno de esos impresentables dioses está recogiendo flores?) y, al punto, quedó perdidamente enamorado de ella; las malas lenguas dicen que, muy posiblemente, en este súbito enamoramiento haya intervenido nuestro querido Eros, incitado, como siempre, por su hermosa mamá. El caso es que, siendo Hades un dios, y hermano, además, del de los truenos, sin encomendarse ni al de arriba ni a sí mismo, tomó lo que no era suyo ni le correspondía y se llevó a la pobre muchacha a sus guaridas infernales. En este punto de la leyenda no hay unanimidad de opiniones, dicen algunos que la muchacha llamó a gritos a su madre para que la salvara, pero otros no comentan nada sobre este delicado asunto, lo que nos lleva a pensar que, a lo mejor, Perséfone no estaba del todo disgustada con el tema del rapto y no somos nosotros quiénes para meternos en los asuntos de los dioses, que ya tenemos bastante con lo nuestro, y Zeus nos libre de opinar…
La cuestión es que, con la aquiescencia del todopoderoso hermano, Hades y Perséfone lo debieron pasar estupendamente aquella y las siguientes noches, unidos en ardoroso abrazo, porque también hay quien dice (las habladurías de siempre) que la niña prefería quedarse con el amante antes que volver con su mamá. La verdad es que, si hacemos un ejercicio de sinceridad, la comprendemos absolutamente, porque mira que las mamás son pesadas…, aunque sean diosas, y, además, eso de tener como amante a todo un dios no es de esas cosas que a una le ocurran todos los días (¡fíjate qué envidia cuando se lo cuente a sus amigas!).
Pero dejemos por el momento a los amantes dedicados a sus quehaceres y vayamos a ver a Deméter, la susodicha madre de la criatura. De entrada hace un frío que pela y no podemos ni desayunar un triste tazón de cereales, porque la buena señora ha decidido que, hasta que alguien no le solucione el asunto de la hija raptada, ella se va de vacaciones a Eleusis, para instituir no se qué de unos misterios, y no piensa atender sus obligaciones, a saber: dar su bendición a los campos. La tierra queda sin vida y el género humano está a punto de extinguirse aunque, por una vez y sin que sirva de precedente, los culpables no sean los de siempre. Ante tamaño problema, a Zeus no le queda otro remedio que tomar cartas en el asunto, entre otras cosas porque ¿a qué inocente criatura mortal iba a raptar de ahora en adelante para satisfacer sus deseos de aventuras extra conyugales? Manos a la obra, llama primero a su mensajera Iris para que se entreviste con Deméter, convencido de que asuntos tan delicados como este es mejor que se traten entre mujeres. Iris, obediente como siempre, habla con la diosa y la insta a volver al Olimpo, le pide que entienda que a los hijos hay un momento en que se les debe dejar volar solos, que es algo natural, que forma parte de la propia genética, etc., etc., etc.… Zeus, sin embargo, viendo el cariz que está tomando el asunto, por si acaso, se guarda un plan B, y para eso ahí está Hermes, su fiel mensajero, al que manda hablar con Hades. Pero éste, perro viejo como es, (y ya se sabe que más sabe el diablo por viejo que por diablo), viendo la que se le viene encima, le ofrece a su amada unos granos de granada y ella, lógicamente y visto lo visto, los come gustosa (¡mira que si no se los come y nos quedamos sin mito!), de manera que queda ligada para toda la eternidad a las mansiones subterráneas.
¡Menos mal que estaba ahí Hermes para solucionarlo todo! El encantador embaucador acompaña a la niña a ver su madre para que le explique lo que ha ocurrido y, finalmente, y tras duras negociaciones, llegan a una “entente cordiale”: Perséfone se lo pasará bien una parte del año con su amante y la otra parte se sacrificará y hará compañía a su mamá para que ésta cumpla con su cometido y las estaciones se sucedan, como debe ser y está estipulado desde que el mundo es mundo.
Tal día como hoy la pobre Perséfone debe estar la mar de aburrida acompañando a mamá, pero a mí me encanta que haya llegado la primavera. Celebrémosla.